lunes, 2 de febrero de 2015

nostalgias

El poeta maldito dejó de llamar investigando la huella que sus versos dejaron en mi cráneo. Al final hay días tan vacíos que echa de menos uno incluso el coñazo. 
Un articulista del periódico de la barra de Ibrahim, lamenta su calle vacía en Garachico. Literatura de nostalgias. ¿Qué fue del molino, de la costurera, del estanco, de la venta...? En el mismo periódico, otro escritor habla de los peculiares personajes de un Santa Cruz que vivía todavía: Zuppo, Pedrín, Venanceo... se olvida de Chachán...
Le estoy cogiendo fobia a la nostalgia. Sólo me interesa del pasado lo que sigue viviendo en el presente. Lo que se fue ya no me llama, ni historias ajenas ni personales. 
Ahora comienza algo, con Javier en el ajo, que se llama "Santa Cruz noir", remedo del célebre título de Pimentel Santa Cruz la nuit.
Ciudad del crimen. El crimen de la cripta de la mierda; el cadáver dentro de un colchón de una pensión (el cadáver dormido); la sucesiva desaparición de mendigos en un tiempo cuando el Tenerife parecía lo que no es. Crímenes no le faltan a la historia de la ciudad. Pero esto es como nombrar la mierda en los oídos de un alcalde obsesionado por la limpieza. A ver si empieza por la Plaza Toros, sigue por el Auditorio (cuatro barrenos en los puntos áureos de la fábrica) y concluye con el Mamotreto convertido en lienzo de grafitistas. Licencia para pintar. Y el Castillo del pueblo, que lo derriben. Hay que ensanchar la desembocadura del barranco.

No mucho pero sigo trabajando la novela del gigoló. Moral no me falta. 
Ganas de volver a la colección Animal y al resto del oficio de pintor. En fin, la pintura es para el verano.
Ahora es tiempo de filosofía. Marcelino la resucita en Las Palmas (la Filosofia). Kant. Es un hombre, Marcelino, con la mente kantiana. El cuerpo no sé. El cuerpo es otra cosa.  

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