lunes, 23 de marzo de 2015

dia lluvioso

Si el comisario Noir tiene interés verdadero, que le deje el libro al alcalde a mi nombre. El miércoles sube el alcalde al barrio, no sé si a hablar de las bolsas blancas llenas de tela asfáltica o del ITE y tu Santa Cruz se desmorona, como decía Juan Royo.
Le pregunté a Ramón si había llamado a Juan. Hay que pasarle una revista. 
Me recogió en Ibrahim. 
Ramón cree que en su cuento en Lunula 29, Marcelino me coge de personaje. Nada más lejos. Yo con Helen no he tenido intimidad. La mayor fue ayer, que me preguntó que a cuánto vendía yo los cuadros. Vive en la misma calle, y cuando pasa y está mi ventana abierta, me contó, se pone a mirar. Incluso me dijo los que más le gustaban. Le contesto que yo no vendo ni compro, no tengo más actividad económica rentable que la controlada por el Estado. Ninguna corruptela. Soy trigo limpio. A mí que no me miren. Y ya estoy a bien con Hacienda. Como Monedero.
A Helen le digo, sin embargo, que existe el intercambio o favor con favor se paga. Sonríe. Buena señal. 
Tampoco tengo que ver con el cuento de Marcelino porque mi locura no me ha llevado a creerme el asesino del ladrillo los domingos. Los domingos son el peor día, pero todavía no he llegado ahí. No estoy para ladrillos. 
Sobre los cuentos en la revista, el de Juan Royo y el de Marcelino Marichal, los que más están agradando a las lectoras isleñas, he reflexionado. Lo malo de reflexionar es que cuando piensa lo que has reflexionado, te preguntas para que diablos habré reflexionado yo nada.
Ramón vuelve el miércoles. A ver si llama a Juan y le vemos la rodilla, Si él quiere, claro. Ramón y yo somos seres pacíficos, él por naturaleza y yo porque no me queda otro remedio.
En el mercado compramos cola de caballo, camomila seca y tomillo. Receta de Antonio Charlín. 
Yo lo que tengo ganas es de ir a la playa de arena negra. 
En la radio hablan de Eliot. Me acuerdo de abril. 
Este mes de abril, el que viene, estará marcado en el almanaque.
Me callo, por ahora.

Llega a mis manos una novela, Por un beso de la flaca, editado por Idea en el 95, colección Tid. Buen libro. Lo comentaré. Y no he olvidado el caso del Tarot sobre la novela de Juan El fulgor del barranco. Todo a su tiempo. 

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