lunes, 20 de abril de 2015

cartas del Tarot en El fulgor del barranco, novela de Juan Royo




capítulo.  carta

1. EMPERADOR
2.  CARRO
3.  SOL
4.  RUEDA
5.  JUSTICIA
6.  CARRO
7.  ERMITAÑO
8.  RUEDA
9.  CARRO
10. CARRO
11, JUSTICIA
12. JUSTICIA
13  RUEDA
14.  RUEDA
15.  JUSTICIA
16.  JUSTICIA
17.  JUSTICIA
18.  sin carta

JUSTICIA seis capítulos; CARRO, tres; RUEDA, cuatro.
cartas sueltas: EMPERADOR, SOL, ERMITAÑO

RUEDA
4. Encuentro con los del sindicato. El moro se fija en Candita, que raparte periódicos revolucionarios.
8. Paliza a los anarquistas. El moro con los sicarios. Candita aparece a ayudar a un herido. Bar Shangai.
13. Candita en el barranco le propone al moro matar a Franco.
14.  Candita lleva al moro a la reunión del sindicato, con el plan de matar a Franco. 

JUSTICIA
5.  Desencuentro con doña Juana. El moro se va al cabuco (una cueva en el barranco). 
11.  Encuentro con Candita. Solo. Ve al marido y primo de doña Juana ir a putas. 
12.  Encuentro que esperazaba esperanzador y fue traumáutico pal moro. Con doña Juana en su cuarto, que antes le había enseñado Fidelina, la criada de la casa. 
15. Fidelina le propone al moro matrimonio si le demuestra que se porta como tiene que portarse un hombre trabajador y honrado. Encuentro con Candita en el barranco. La pistola. No mata a Franco. Fuset. 
16.  Candita intenta convencer al moro para que refugie a su hermano en el cabuco. Los cazan. Matan a los hermanos y se llevan al moro.
17.  Fidelina le lleva pan a la cárcel. Se lo come otro, un falangista. El moro recuerda a Candita, el cabuco. Pasa hambre. Le jode que otro coma su pan. 

En los capítulos donde está el CARRO, aparece un barco, uno en cada uno. La realidad o la idea del viaje. 

las cartas sueltas, EMPERADOR, SOL y ERMITAÑO trazan una trama sentimental. El moro es comprado por un gran hombre y llevado a mejores condiciones de vida. El gran hombre muere y la hija, doña Juana, bella hiératica, lo acoge en su seno (cristianamente, sin pecar). Finalmente, doña Juana decide casarse con su primo y expulsa de la casa al moro, lo destierra a la cueva.

El capítulo final, el 18, el autor mata al moro. Cosa que no debió haber hecho. Ese hombre merece otro libro. En este se debate entre su nombre de origen y el nombre que le han puesto. En realidad ni se debate, vive en esa tierra de nadie que es estar entre dos nombres. 
Su amor tiene rasgos religiosos con la señora. Quisiera que fuese su señora, él en lugar del marido que tiene, un ser odioso y que merece un tiro.
Rasgos sensuales declarados, amor completo, con Candita;  es a la única que le toca las tetas (ella se las deja tocar porque lo importante es la política, matar a Franco), en la plaza Weyler.
El amor por Fidelina es hambre de hembra. La criada cocina para la señora y deja, con cuidados, entrar al moro en la cocina y la despensa.
El lugar refugio del moro, la cueva, el cabuco, queda impoluto toda la novela. Los lagartos son voraces pero son inocentes animales.
El moro merece no morir. Imagino una continuación. Quizá la señora doña Juana manda a Chachán a que rescate del saco al pobre que se está ahogando. La señora sufre un repentino despertar de la inteligencia y el instinto. Ya sabe lo que quiere. Quiere al moro. Y matar al marido. Es el momento. Encasquetarle el crimen a un revolucinario y ajusticiar al revolucionario, entra dentro de sus planes.
La que más se alegra del regreso del moro es Fidelina. Con la venia y madrinaje de la señora, ya viuda, se casan Fidelina y el hombre del cabuco. Fidelina no protesta cuando la señora ordena al moro dormir en su cama. 
Pero en fin, la realidad es que el moro está muerto, y su amor verdadero, Candita,  y ya poco importa la historia de la señora y su infame marido.

No hay comentarios: