martes, 14 de abril de 2015

sin comentarios

Me levanté, llamó Ramón, bajó, me recogió en Ibrahim y fuimos a San Andrés. Poco tiempo. Lo esperaba Sita en el Meridiano. A mí me esperaba mi hermana con un puchero al fuego. 
Anoche escribí un romance plegaria a La Virgen del Condumio (la Virgen de Realidmo Punto Cero). Siempre creí en esa Virgen. Una tarde le iba a poner para la causa diez euros y no lo hice. Reparo el pecado con la plegaria. 
Lo del día 10 en La Laguna está dejando huellas poderosas.
También hace días, escribí un par de coplas sobre las personas que te joden y se ponen bien puestas. Me harta que me saquen alilayas antiguas. 
Mi lema antiguo era Vive y deja vivir.
Pero hay quien se empeña en no dejar vivir. No no es mía tal cosa, entonces que no sea de nadie.
Raro mundo. Diacrónico y sincrónico. Racional e irracional.
El Puchero estaba bueno y Salva puso la hora del móvil bien. Ya le estaba tomando afecto a eso de ver por la mañana las horas de la tarde y por la tarde las de la mañana.

Todo sea por las coplas de Juan Cabrón. Siguen creciendo, fortaleciéndose. José Rivero Vivas me dijo, la noche del recital en Librería del Cabildo, que a la cosa le faltaba música. Que leyera a Rubem Darío. Rubén Darío es un poeta que admiro, pero a quien venero, entre pocos otros, es a Antonio Machado y Alonso Quesada. Música a ras de tierra. Obligada música, por la medida y la rima. Otras cosas son las palabras sonoras. Las que retumban. Me gustaban en la juventud. Pero me estoy haciendo viejo. El joven viejo.
Ganas de volver a La Laguna a Cafesiete Cafesiete a ver el cuadro.
En casa me entretengo además con la novela que llamo aquí del gigoló. Ya está casi terminada, casi lista. Puede que se abra una puerta editorial.
No debí haberlo dicho. 

Recibimos el mal que hacemos.
Pero lo olvidamos.

¿Qué dirá esta noche en el Guimerá Ismael Serrano? Es el ídolo de mi secretaria del Partido.

No hay comentarios: