martes, 11 de agosto de 2015

... que cante y lo baile...

Que venga el amor
y me traiga un lienzo
pa pintar lo que pienso
con el lindo color
de tus largos cabellos.

Que entre el hada,
que salga la bruja,
marche la coruja
y venga la alada
que nace de oruga.

*
En fin, en la parada de la guagua se me ocurrio los primeros cinco versos. Son fáciles de recordar. Al copiarlos ahora, dije vamos a ver si van a dar lugar a equívocos. Y añadí la segunda estrofa.

Anoche hice una composición de amor. El amor sigue tienendo interés. No me apetece escribir del desamor, cuando el objeto de desamor pierde interés. El interés de amor es físico y es metáfisico. El filósofo alemán que decía que las mujeres tienen pensamientos cortos y cabellos largos, también dijo que el amor era una trampa de la especie sobre el individuo. Puede ser. Bonita trampa. Romero cayó en ella y murió de amor, también murió Julieta. Imagino otra versión. Romero creció en Santa Cruz, y aprendió a tocar tangos. Julieta era una mujer de limpiar casas, estilo la lavandera de Puerto Santo (Juan Royo). Tiene buenas referencias y entra a trabajar en casa de los padres de Romero. Aquí empieza la tragedia. ¿Cómo? El padre de Romero se enamora de Julieta. Y vamos a dejarlo aquí.

El otro cuento, el del hombre sentado en el banco junto a La Cucaracha de Mirot, también lo dejamos pendiente. Urge más unos versos que fabriqué hoy en el patio. El gato Lucas me dio el tono. 


Los arcanos me dijeron

pon el mundo al revés,
no malgastes el dinero.
Deja magias de santero
que no es ésta la ocasión.
Abandona timidez
y pon las alas al vuelo.

Alas no tengo yo

sino patas descarriadas,
si no me tejen alfombra
del suelo no me levanta
ni las ganas de yo verte
con mis ojos de esmeraldas.
Y más ahora que mienten
las echadoras de cartas. 

No, amor, no voy a verte

porque el Amor se me espanta,
palabra de cuatro letras
que parece no son nada.

Amor mora Roma,

como decía Roberto.
Es el Amor un incierto
espejismo en un desierto.

Mi espejismo es amar

sin la fortuna de verte.
Es adversa la suerte.
No poder qué decirte.
No poder qué hacerte. 

No me apena el bien quererte

sino apena el no tenerte.
Es tanta la pena pena
que la pena me serena. 

Me serena la pena pena

en el claror del azul
y pintar las cuatro letras
en las ausencias de luz.

En esta cárcel prendido,

con los barrotes de versos,
cuatro colores pinto
en el azar de los lienzos.

Pinto el color del viento,

pinto color de lluvia,
con rubio pinto la rubia
y con el negro el firmamento
cuando el silencio se escucha
y se ha marchado la luna. 

Julio Romero de Torres

pintó la mujer morena,
yo le quité los colores
y me cogió la madera
por la calle Miraflores.

Con croquetas carne leones

y con leche de jirafa
preñaba la ciudad ésta 
la organización secreta.

Atrajeron a la pasma

y me cogieron a mí,
me metieron en la cárcel
y no puedo verte a ti. 

No devolví los colores,

ese cuadro está pendiente. 
El penado que es prudente
sierra los duros barrotes
y en pájaro se convierte.
Entre tanto los virotes
vigilando sonrientes
me mentan como a cipote
cuando me enseñan los dientes.

*
Aunque mejor, más conciso y más verdadero, este otro que hice anoche, sin que el gato pusiese enmiendas.



Escribo porque huyo
de las palabras verdaderas,
de las palabras que pesan
una montaña,
palabras que pronuncio
en silencio, con el pensamiento
puesto en ti.

--Esas cosas no se piensan,

me dijo una caribeña
a la que fui a ver
si sigo siendo hombre.

Sí, todo en regla.

Pagué su oratoria y me fui.
Sigo pensando, y convoco
las palabras verdaderas.

Aprendo a pronunciarlas

en tu idioma, algún día
las pondré en tus oídos. 



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