lunes, 21 de septiembre de 2015

carta a una conocida

Soray:
Admiro tu cuerpo de mujer, pero me descoloca tu insensatez e insolencia de niñata. Esa curva orgullosa me hace gracia a la vista, pero lo que provoca me da por los timbales cuando me vienen tus repelentes efluvios de neurótica. En fin, dejo los asuntos personales que no le interesan a nadie y me ocupo de los generales, como se ocupó Descartes y Hegel, hasta que vino Kierkegard y se tiró un pedo. Qué pestazo.
Lo que tiene dentro cada persona humana no me interesa. Me interesa lo que le llega de fuera, lo que nos llega a todos, tarde o temprano. 
Me importa un bledo si aquí somos retrasados o caminamos al revés. Un envidioso canario no es quien desea la prosperidad o el buen talante --estilo Zapatero-- de quien está por encima de él. No. Aquí el envidioso lo es de quien está por debajo. ¿Cómo ese individuo --reza el envidioso-- que tiene menos dinero que yo y es menos inteligente que yo, puede vivir tan tranquilo? Y aquí tenemos al gran hombre envidiando al pequeño humano que comete la osadía de estar tan tranquilo, siendo tan pobre y tan tonto. Con el que está por encima el isleño no sufre envidia, sino admiración de vasallo. En fin, un día explotarán los volcanes, el mar enfurecido se vengará de los atropellos y entonces dejaremos de jodernos.
La mentecata a la que le perdí la confianza, dejará de estar mirando por el ojo de la cerradura. No porque le metan una aguja en el globo ocular y se lo dejen vacío. Usará el otro ojo para seguir vigilando. No por eso, sino porque mal de muchos consuelo de mentecatas. Sigue así, divina proporción.
En política, los catalanes. Los no catalanes demuestran, con metafisica y física cuántica, que la propuesta independentista es una equivocación. Ahora hace falta que se enteren los catalanes, y no caigan en el abismo, los pobres.
Los sirios con Merkel compasiva con la foto del niño muerto. Pero los niños muertos duran poco. 
Todo dura poco. Y tú, Soray, no te enteras. No importa. Estás muy buena. Iré a verte esta noche. Prepara el baño con sales. 
Espérame y recíbeme como tú sabes. Que eso sí que sabes. 
Hasta la noche. 

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