Librería de Mujeres. Este es el título del cuadro que pinté anoche. De memoria, en casa. Desenvolviéndome como Pepe la noche de Radazul cuando iniciamos Raíz Profunda, el Amor y la Guerra. Ahora la figura de este cuadro no sólo se deja tocar, sino que lo pide; me recuerda a Cleopatra en una novela francesa del XIX (no recuerdo autor ni título). Cleopatra le dice a una prima cómo hay que tratar a un hombre. --Ven, baja conmigo a la mazmorra. Un esbirro abre la celda. Un negro raza superior la mira con deseo. --Ven, perro --le dice Cleopatra al negro prisionero--. Agáchate y bésame los pies. Yo te diré cuándo puedes levantarte y besarme los labios.
Mi amiga de anoche no quiso ser Cleopatra y me abandonó en el parque La Granja. No me dijo bésame los pies. Hablamos de esta ciudad por donde comienza a reverdecer un aroma de ayer. Como en un bolero de los que aprende a bailar una mujer que sí sé su nombre pero no lo pongo aquí porque temo no escribirlo bien. Una filósofa. En por fuera de la Librería dijo que había que cambiar a Chespir. Era intolerable que Ofelia se matase porque el necio de Hamlet no quiso besarle los pies. Y la historia de Eva también había que cambiarla. Eso de que la mujer sea costilla del hombre, ni hablar, intolerable. Una filósofa. De voz atractiva y de semblante. Empecé a enamorarme cuando comenzó a hablar de sus clases de baile. La vi con la imaginación bailar bolero y podría hacer un cuadro (Filósofa desnuda bailando bolero, con el maestro vigilante). El maestro me recordó a Leonidas Trujillo. La obra debe ser impecable en el espacio y en el tiempo. Tres años llevaba aprendiendo a bailar bolero y todavía el maestro le corregía los errores. Yo miraba a mi amiga, que no diré su nombre porque no se enfade como se enfada mi maestra cuando la nombro aquí. Ese cuadro con mi amiga sería maravilloso. Mi amiga es una gran pintora. Se esconde en la humildad. Ha hecho copias de cuadros que me gustaría ver juntos el original y la copia. Por una de sus copias aprecié la grandeza del pintor Oramas. Ahora está más suelta. Ahora mi maestra es su maestra un día guerrero de la semana. En fin, subí a casa e inicié con carboncillo (--Pepe se maravilló con el carboncillo en Raiz Profunda--) Librería de Mujeres. Ellas y yo. En el banco dos damas de buen ver que llamaré Dientes Que Sonríen y Mi Cielo, y al lado la pintora María Jesús. Dientes Que Sonríen dijo que yo me parecía con el artista de Las Palmas Pepe Damaso, y Mi Cielo dijo que yo era más parecido a no sé qué actor o no sé qué. Mira que me han confundido. Una vez en un wáter de una tasca de Gijón una directora de cine gore me dijo que yo me parecía con Felipe González, y mi amiga Olga Luis Rivero, recuerdo, me veía clavado a Marlon Brando. Que soy guapo lo supe el día de La Hormigonera, el día de Arte Okupa, con Raíz Profunda. Dijo que yo era guapo. Guapo porque tenía que ser guapo en la película. Guapo y hijoputa. Chito hizo un buen papel. Bueno, pero ahora lo importante es el cuadro Librería de Mujeres, etc. Mi amiga me presentó a María Jesús como poeta y pintor. --¿Pintor y poeta? --indagó María Jesús. --Mal pintor y pésimo poeta --dije. tenía que haber dicho inmejorable poeta y anafalbeto pintor, para que me invitara a darme clases. Pero ahora me interesan más las clases de Bolero en la zona Tea-La Noria.
No todos eran mujeres en el acto de presentación de La necesidad de Orfeo. También había hombres.
Anghel se alejó por la calle oncena. Me preguntó por las coplas de Juan Cabrón. Le dije que aún no estaban cerradas. El pequeño Chespir que me trajo Juan Royo de Londom está interviniendo en esa obrita. Oír a la filósofa me dieron nuevas ganas de dar a luz a Juan Cabrón. Tiene algunos boleros. Yo a la filósofa le regalo el libro a cambio de verla bailar uno de los boleros de Juan Cabrón. Uno se titula Ofelia. * Sigo en la brecha. Espero a mi amiga. Está en el cuadro. La más deseada. Ah, si se comportase como Cleopatra. Qué bella la ciudad...
Y bello el libro de María Teresa de Vega. Poderosas metáforas, renovadoras imágenes. Ella y el presentador dijeron que Orfeo viajó de lo dionisiaco a lo apolíneo. En el libro de mi amiga poeta descubro un camino inverso. Lo sublime se alimenta de lo vulgar. De lo más vulgar. Dios mío, el pecado de nuestros padres, el mito de la manzana. La poeta ha elevado a excelente licor, poderoso y mágico, el coño de la hembra y la polla del hombre. Hablaré de La necesidad de Orfeo. Si Dios quiere. Ahora me espera mi amiga.
Fue la acción de rodar por la escalera en una calle lagunera. Pepe vuela la escalera hasta el último escalón, fue por pata de la silla que en el vacío quedó. Pero no pongamos el carro delante de los bueyes, empecemos el cuento como marcan las leyes. Estábamos con Lorena, con tumaca con jamón, en una grata taberna de plaza La Concepción. El vino y la hierbabuena nos llevó a equivocación de entrar en la casa ajena de un musulmán hablador. Ha creído el mahometano que nos manda el buen sultán con la esclava Bellamar a gozar desde temprano. ¿No son ustedes, señores, Abdalah de la Tierra y Abdalah del Mar? ¿y Bellamar no es ella? No, amigo, le decimos; ella se llama Lorena, una modelo buena pero cristiano racimo, y nosotros Pepe y Chito artistas a domicilio. La casa de los artistas era en la puerta arriba. Subimos las escaleras y cerca las papas fritas nos sentamos con Lorena. Un gran artista barbudo se nos puso cojonudo y habló de no tocar aunque lo pinten desnudo. Más ignorero se tuvo cuando peroró de envidias, no sabía aquel artista el color de la judía. Respondíale el Pepe y el barbudo enfurecía, en las barbas retorcía su no saber más que Lepe. El Pepe le respondía cuando a avisar vinieron que a cuscús nos invitaba el no artista sarraceno. ¿Se nos abrieron los cielos? Lo que se abrió fue el vacío. Menos mal que Lorena, es más que mar, fresca agua del río. Por calles de La laguna gotitas de lluvia fina caían sobre la brecha, surco de cuatro puntos. Salvó Pepe la existencia porque la diosa Fortuna quiere que pinte la Luna con sabia de su cabeza.
Que si quiero ir a ver a Raíz Profunda jugar al futbol mientras Madrid-Barcelona ocupa el interés mundial. Seguridad demasiado concentrada en un acontecimiento. Si hay ataques no se producirán en el Bernabéu. No sé aún en qué campo juega Raíz Profunda. Comenzamos a pintarla la noche del drama en París. El cuadro se llama, por razones nuestras, El amor y los celos. Podría mejor llamarse El amor y la guerra. Verla jugar a la pelota es necesario. Ella es la artista. Nosotros obedecemos los designios. * Chez Ibrahim. Un interlocutor me habla de documentos fotográficos y escritos encontrados en la casa de Hilario G. Díaz, médico adherido al franquismo, fotografías que el hizo en tiempos de la guerra civil, y cartas en francés, seguramente familiares, pero que olí en ellas una necesaria novela. A ver si hablo con Juan, en su calidad de hacedor de ficciones históricas y abogado. El interlocutor me lo dice porque Navarrito, cuentista oral realismo punto cero inmejorable, dice que yo estoy relacionado con el Cabildo, porque un día me vio en una no sé qué en la librería del cabildo. Hay que joderse cómo le viene a uno la fama. Sin querer. Pero me huelo que esos documentos son valiosos. Vale la pena ponerlos en movimiento. No sé cómo. Espero pistas. Me recuerda otro episodio relacionado con otra casa abandonada, donde los dueños dejaron atrás objetos valiosos, que estaba en Asturias. Roxana Popelka recopiló allí cintas de 7mm, películas que quiso dejarme para qué yo las guardara. No quise. Lo que había en esas películas era cosa del Diablo. En los documentos de los que me habla sé que no hay diablo que valga. Cartas en francés. El idioma de la Marsellesa. En casa, en un número de Lúnula, leo poemas de Roxana. Era la mejor poeta entre nosotros. Luis Alberto de Cuenca se lo dijo a Roger. Roger sintió celos anglosajones. Quien vale es quien está en las universidades de EE UU. Mejor es que no etuviese también una competidora. Eso sí que no. * Ahora que soy maestro, más me acuerdo de mi maestra. No quiso ser mi discípula. Ella se lo pierde. * Todo lo sé menos dónde estoy. Mi alma es judía, mi mente es cristiana, mi corazón es musulmán. Dios me ayude.
¿Quién pudiera ir a su son y refugiarse consigo. ¿Con quién? Cosas mías, que no sé ya que son bailo. Lo mío es la décima, el punto cubano.
En París hay arrebatos
de polis y musulmanes,
unos se llevan los panes
y los otros son jabatos
cruzando a cada rato
las ideas de Voltaire,
los versos de Baudelaire,
bombas aquí y allí
es un cuadro este París
y me acuerdo del francés
que aprendí en el colegio,
buenos días, buenas tardes,
que su perro no me ladre
y yo le doy los arpegios
de guillotinas y regios
caretos que allí acabaron,
es el amor un marrano
y la guerra un matarile,
vete a París y dile
que calme el dolor insano
que tenemos los humanos
de oír tanta sandez,
no son dos ni son tres
los muertos que nos mataron,
las vidas que se llevaron
los que no están conformes
con este mundo deforme,
y no les falta razón,
la razón es un cabrón
que por los huevos se come.
En fin, que bajé a escribir sobre "la bacinilla de las siete meadas", retrato atentatorio contra el honor de una persona que costó a dos periodista y a un periódico seis mil euros en sentencia creo que recurrible. Por lo pronto el Palacio de Justicia de esta ciudad prefiero no tocarlo. Ya me lo decía Víctor Roncero: tú vete, tócalo y si te dejan dentro a mí no me llames, no te voy a defender. También quería hablar de la jefa de la policía local de esta ciudad, que me entero que quiere preparar al cuerpo en la lucha contra el yihadista infiltrado. El otro día la carretera de San Andrés estaba vistosa de celulares de la Unipol. No me creo que estuviesen allí para controlar el tráfico. Supongo que eso era el simulacro. Todo se hace simulacro. Como la acción que me propone mi amigo en el entorno del Parlamento de Canarias en esta ciudad. Allí, dicen, vive Patricia Hernández. Afuera viven tres piedras. Yo sólo advierto prudencia. La Unipol despierta del letargo. Y yo sin tener su son. Que tristeza.
lunes, 16 de noviembre de 2015
Francia declara la guerra. Como si ya la guerra no hubiese sido declarada, de acto. ¿Dónde estoy yo en esta guerra? ¿En qué trincheras? Podría decir que me fui al monte a buscar una cueva, pero no es así. El Estado me nutre el cuerpo y esta ciudad el alma. ¿Alimentos transgénicos? No lo sé. Lo que sé es que todo está en el alfabeto hebreo. Todas las soluciones. Las pictóricas también. Si descubrimos qué letra trazamos sobre la superficie, qué color le corresponde, estaremos en el buen camino, en un camino con corazón. El cuadro seguirá floreciendo. Dará sus frutos. Icod nos aguarda, viejo. Ahora sí es urgente el viaje.
--Curita --me denominaría después un viejo escritor, que me llamaba para enterarse si yo le podía dejar algún ejemplar de su libro clave, uno que cuenta vidas torcidas, ningún curita en el libro. En el libro La muerte del Chivo (Vargas Llosa) sí hay uno al que podríamos llamar curita: Balaguer, el presidente pelele. Hasta que balacearon a Leonidas Trujillo, el Generalísimo, el Benefactor de la Patria Nueva, casado con la "poeta" Prestante Dama. Las comillas es porque, según la novela, el que le hacía los poemas a la señora de Trujillo era uno del régimen que no recuerdo ahora quién era. La Prestante Dama tenía un día semanal de reuniones poéticas. Bueno, Balaguer el curita. Presidente pelele hasta que Trujillo dejó de empalmar, cuando le pararon el corazón y le destrozaron la cara. Una chapuza de atentado. El general aliado de los atentadores sí que era un pelele. Un cobarde. Balaguer mostró en cambio la inteligencia y la sangre fría de un estadista que sabe tomar decisiones. Un curita casto. Ni siquiera con niños de catecismo. Al contrario que Trujillo Molina, tíguere dominicano, que puso orden en un país destartalado pero no admitía sino adulaciones. El vasco Galíndez se la jugó. Él lo acogió y protegió y el vasco se fue a América, dizque a trabajar con los servicios secretos de EE UU, se hizo ciudadano estadounidense, y ahí el fallo. Trujillo comenzó a ser puesto en el punto de mira, y los roedores de la política internacional empezaron a vaciarle las patas del trono. Atentado histórico.
Mientras pintábamos en Radazul, en París se paraba la fiesta. ¿A quién beneficia la ignominia política? A Trujillo no lo benefició un pelo. Su afición a desflorar niñas era lo de menos. Seguro que el tam tam de la calle (expresión acertada del novelista) a las niñas las ponía como futuras expertas después de haber sido por el Chivo enseñadas a sufrir y amar. Yo comí chivo en la república dominicana. Cocinero haitiano. Casa de un mallorquín. Conocí a Carrillo, que quiso adoptarme dominicano para montar en Santo Domingo el museo del pirata. Y escribí un diario con dibujos. Tal vez lo encuentre uno de estos días y... y nada.
Después de Isa, mujer montaña, isla entre islas, nada será igual. Todo ha cambiado.
--¿Vosotros creéis que la cultura debe ser del pueblo o debe ser del Estado? En mejor castellano escribo todavía la pregunta de la poeta que presentó a un poeta madrileño y a una novelista también peninsular. Hablaban del cultura. La entrevistadora quería lucir reina del cotarro, como si los peninsulares a entrevistar fueran sólo dos escuderos de su elocuencia y su porte radiante va la novia. Por eso el "vosotros" de su culta jerga, para demostrarles a los peninsulares que ella era culta, filósofa... --No hay filosofía. Lo que hay es historia de la filosofía --dijo el insigne pero valioso poeta Luis Alberto de Cuenca. --¡Cómo va a hacer eso? --no dijo la poeta, no es tan vulgar--. La filosofía es aprender a pensar? --sí dijo. Pensar y conocer son dos fenómenos diferentes, pensé yo. Me dieron ganas de salir a la pista y decirle al amigo del amigo que vamos a ver al viejo Tigre y hablamos del arte y de la calle. Impulsos como cuando siendo niño quise salir a la pista del circo a cantar y mi abuelo Ignacio, gracias a Dios, me lo impidió. --Tú que has sido animal político... --Sólo animal --contestó el poeta, se nota que es poeta. Sí, tenía que haber saltado a la pista, decir señor, salga de esta comedia, y venga a ver a quién tenemos aquí de verdad en Cultura. Yo a la que tengo es a Patricia Hernández, y no en cultura sino en pintura. Está en Ático 13, entre rejas. Esperando que el viejo Tigre ponga orden y le meta mano. --En el principio era el caos, y Dios dijo "hágase el orden" --Me doy cuenta que la palabra exacta no es "luz", sino "orden". Orden, joven Serpiente, no montes el número. Me fui. Mejor me voy. Me alumbraron el camino con una linterna. Cuando salí a la calle me encontré a Anghel. --Me voy a morir y quiero pagarte la deuda. Bueno, que publique a Juan Cabrón. Leo ahora La muerte del Chivo, de Vargas Llosa, y veo la potencia visual, sexual, filosófica y sentimental del personaje. Leonidas Trujillo la tuvo. Mario Vargas cuenta algo de la madre del Benefactor de la Patria Nueva, haitiana, pero no dice nada del padre, gomero. Se le escapó este detalle al autor. Pero la novela se deja leer. En sí y porque el lector, yo, no es indiferente a Trujillo, el Jefe, el Chivo, ni a Quinqueya y dominicana bandera. Pepa Pardo, doctora en Historia del Arte, artista poliédrica ella misma, me llevó a su nación de nacimiento, infancia y juventud. --¿Por qué no vas con el otro? --le pregunté, antes del viaje. --Tú eres más serio que él. Como sería el otro. Josefina admiraba al dictador. La conocí en Gijón en una exposición donde reproducía, como casa de muñecas, la muerte del Chivo. Nada que ver a cómo la cuenta Vargas Llosa. Los coaligados para matar al jefe equivocaron la estrategia. Donde hay un punto hay otros dos puntos. Eliminar uno sin hacer lo mismo con los otros dos, es verte pillado. Al mismo tiempo que disparaban a Trujillo, tenían que matar al hombre clave por lo menos, el que llevaba el espionaje a rajatabla. --Cuando Trujillo teníamos miedo pero comíamos todos los días --nos dijo un dominicano en Santo Domingo. Y un estudiante nos informó de que la lengua de la república procede de los canarios que se asentaron en el barrio de San Luis. A ver si Patricia Hernández me paga otro viaje y lo investigo. Muchas palabras que yo mamé de niño en San Andrés las volví a oír allí. Sí, le debo otra visita.
Al final me estoy amigando con la denominación ´mariconada`. Acción Mar con Nada, de Realisnmo Punto Cero en Arte Okupa, lugar entre la mar y la montaña, entre dos playas, con casetas de obreros de la trata de piedras que hubo arriba. Allí trabajaba Mínguez, un hombre fornido con hablar de bobón, pero más listo que una tea, no sé si familia mía. Mínguez murió en el fondo de un tanque de petróleo, limpiando el tanque, por los gases, dijeron, oí. Los gases allí arriba fueron los de los sprays de una muchacha dándole colores vivos a un banco de enamorar. --Es que está recién pintado --dijo Isa a una peninsular que se fue a sentar y sintió una mancha en su vestido. Eran manchas de hormigas. Voraces hormigas translucidas devoraban a un gusano transparente. La imagen era terrorífica, inquietante. Alejé a Isa de la horda de hormigas. --¡Debían poner un cartel! ¡Recién pintado! --gruñó el peninsular que estaba con la peninsular. Isa y yo nos asomamos al precipicio, más ella que yo. Hablamos de nuestros vértigos. Dos vástagos madrileños que se pasaron dos horas haciendo cosas en el cuarto que okupamos nosotros, ya se habían ido. El chico contaba que su profesora de no sé qué los obligaba a un lenguaje antimachista a rajatabla. Quizá haya que buscar la palabra femenina en todo, en toda magnitud, ir eliminando los masculinos. La gente, la humanidad, la nación, etc. En fin, entretenimientos lingüísticos. Ya desde niño, con mi amigo Enrique, amigo de entonces, investigábamos porque la parte de la mujer es masculino, y femenino la del hombre. Misterios del lenguaje. El misterio que yo tengo es que a los monos que están allá arriba hay que darles pintura azul.
Azul de Raíz Profunda.
Y cuatro cuadros de una pintora nuestra en Madrid robarlos en la sala donde están ahora e incorporarlos bajo el techo Realismo Punto Cero. Si lo hacemos se enfada. Que se enfade. A pesar de las revolturas envidriosas que acechan los tiempos, buenos augurios.
Le digo que mañana (esto fue el día seis) habrá una acción, promovida por Tom, guanche (de adopción) americano (de nación). Ni se interesa por quiénes estaremos en ese lugar que aúna diferentes mundos. --Mariconadas --dice el gran macho, el experto chingador de hembras, el macho de machete más afilado, el mayor imbécil que he tenido como... El individuo que si tiene palabra la tiene.... El engreído que te rebaja cuando se cree en las alturas y te adula cuando te necesita. En fin, una palabra colma el vaso. Yo también soy maricón. Hago mariconadas. Y vos, imbécil, sigue chingando. No hablo más, porque los secretos que tengo con una persona, en secretos quedan, aunque la persona sea un mentecato. Que le vaya bien.
primer amor La seguía por las calles sin decirle nada. Vigilaba su puerta, su fresco rastro. La veía reír, una mirada luminosa. Hasta que mi hermana, harta de verme enamorado de otra, se metió en mi cama.
(Poema de Vier Vago. Antología de amor Colección Animal.)
*
Dejo a Pepe a que las guarde en la computadora dos obras poéticas, y por la noche de antier me puse a rerrevisarlas. Mejor la segunda (poesía universal) que la primera (romanticismo alemán), pollo todavía, no aún gavilán. El caso es que corrijo y no me veo a mí sino a Pepe dentro de mí (nada de homosexualidad, me refiero al alma, al espíritu), y las correcciones no las hago yo sino mi amigo. Qué cosas. Al gato Lucas le encuentro otro motivo de mordidas, de que me muerda. Hoy cuando salí de casa, dormía como un bendito. Como si estuviese en la gloria. Anoche fue toda de pintura. Creo que acerté. Lucas es mi crítico. Cuando no le gusta lo que pinto, me muerde. Pero hoy estaba embelesado viendo los cuadros que trabajé anoche, hasta que se durmió. Bendito animal. El caso es que cuando pinto no barro ni friego la loza. Influencia de Bacon. A ver que hago esta noche. Por lo pronto me espera la playa. Seré capaz...
Las aguas de este mar luchaban a lo lejos al atardecer con las primeras sombras de la ciudad. El mes de noviembre apenas comenzado en estas tierras. Los amigos vagaron ya de noche charlando muy alegres. Más tarde en el borde de una acera vieron a una muchacha que estaba allí como un regalo. La muchacha lentamente en silencio...
(de Loy Illo. Antología de poemas de amor. Colección Animal)
*
La obrita en el Guimerá no eran tres sino una. Tres episodios de personalidades que visitaron las islas. El astronauta que paseó por la Luna, la escritora que estuvo en el Puerto (no se llevó a la cama al ordenanza) y el Miguel de Unamuno al que Alonso Quesada mandó su lino de sueños (quizá ignorante que él era mucho mejor poeta que el también encomiable Unamuno), cosa que no sale en la obra, ni tampoco Millán Astray (¿se escribe así?), sino otro militar, no tuerto, no manco ni cojo ni gritando Viva La Muerte. Buena dirección y actores en cuanto a movimiento, danza en el escenario, pero algo falto de elocuencia. El cine admite la total naturalidad; el teatro se alimenta de la naturalidad pero para engordarla, sin llegar a ese vergüenza ajena que es la sobreactuación, o la excesiva elocuencia, tan perturbadora como su ausencia total. Yo me dormí un poco, con Juan al lado, y Luisa al lado de Juan. Qué mundo más mal hecho. Luego un rato en la calle de La Noria. Juan, uno de los mejores novelistas vivos en la historia de la literatura canaria, observa, con cierta acidez, cómo su última novela no solo no viaja a Madrid, o a Hollywood, que es donde debería estar (esto lo digo yo, y no sólo la última), sino que por poco no está ya enterrada, sepultada y con flores los uno de noviembre. Y eso que Juan pertenece a la burguesía. Esto de la burguesía lo cuento por el otro día, cenando en el Pole con Ramón y Zacarías. Hablamos de Oscasr Domínguez. Tuve la impresión de que lo valioso del pintor de la pianista y de la máquina electrosexual fue que perteneció a la burguesía canaria, no sé si agrícola, ganadera o de empleados del Estado. Yo hubiese querido indagar en los colores del pintor y cómo los esparce por la superficie pintada, pero aquí lo único que interesa es que seas de buena familia o que tengas un premio que te avale. No sé por qué uno, hijo de proletarios (anoche soñé con mi padre y me echaba de la casa de San Andrés, por desordenado, desordenado yo: sueño extraño, doctor freud; mi padre era propenso a la acumulación a la que yo también soy propenso si me dejo ir) se ha metido a indagar colores. Recuerdo haber leído las teorías del autor de Fausto sobre la luz y los colores (ciéntificamente desautorizadas) y corregidas por el pitagorín que le salió de alumno al poeta; Schopenhauer. De aquellas teorías recuerdo la de la sombras, origen del fauvismo. Ahora vuelve a interesarme esto de indagar en los colores. Se pone uno a pintar y se interesa por los colores. Qué cosas.