viernes, 27 de noviembre de 2015

La Necesidad de Orfeo

Librería de Mujeres. Este es el título del cuadro que pinté anoche. De memoria, en casa. Desenvolviéndome como Pepe la noche de Radazul cuando iniciamos Raíz Profunda, el Amor y la Guerra. Ahora la figura de este cuadro no sólo se deja tocar, sino que lo pide; me recuerda a Cleopatra en una novela francesa del XIX (no recuerdo autor ni título). Cleopatra le dice a una prima cómo hay que tratar a un hombre.
--Ven, baja conmigo a la mazmorra.
Un esbirro abre la celda. Un negro raza superior la mira con deseo.
--Ven, perro --le dice Cleopatra al negro prisionero--. Agáchate y bésame los pies. Yo te diré cuándo puedes levantarte y besarme los labios.


Mi amiga de anoche no quiso ser Cleopatra y me abandonó en el parque La Granja. No me dijo bésame los pies. Hablamos de esta ciudad por donde comienza a reverdecer un aroma de ayer. Como en un bolero de los que aprende a bailar una mujer que sí sé su nombre pero no lo pongo aquí porque temo no escribirlo bien. Una filósofa. En por fuera de la Librería dijo que había que cambiar a Chespir. Era intolerable que Ofelia se matase porque el necio de Hamlet no quiso besarle los pies. Y la historia de Eva también había que cambiarla. Eso de que la mujer sea costilla del hombre, ni hablar, intolerable. Una filósofa. De voz atractiva y de semblante. Empecé a enamorarme cuando comenzó a hablar de sus clases de baile. La vi con la imaginación bailar bolero y podría hacer un cuadro (Filósofa desnuda bailando bolero, con el maestro vigilante). El maestro me recordó a Leonidas Trujillo. La obra debe ser impecable en el espacio y en el tiempo.
Tres años llevaba aprendiendo a bailar bolero y todavía el maestro le corregía los errores. Yo miraba a mi amiga, que no diré su nombre porque no se enfade como se enfada mi maestra cuando la nombro aquí. Ese cuadro con mi amiga sería maravilloso. Mi amiga es una gran pintora. Se esconde en la humildad. Ha hecho copias de cuadros que me gustaría ver juntos el original y la copia. Por una de sus copias aprecié la grandeza del pintor Oramas. Ahora está más suelta. Ahora mi maestra es su maestra un día guerrero de la semana. En fin, subí a casa e inicié con carboncillo (--Pepe se maravilló con el carboncillo en Raiz Profunda--) Librería de Mujeres. Ellas y yo.
En el banco dos damas de buen ver que llamaré Dientes Que Sonríen y Mi Cielo, y al lado la pintora María Jesús. Dientes Que Sonríen dijo que yo me parecía con el artista de Las Palmas Pepe Damaso, y Mi Cielo dijo que yo era más parecido a no sé qué actor o no sé qué. Mira que me han confundido. Una vez en un wáter de una tasca de Gijón una directora de cine gore me dijo que yo me parecía con Felipe González, y mi amiga Olga Luis Rivero, recuerdo, me veía clavado a Marlon Brando. Que soy guapo lo supe el día de La Hormigonera, el día de Arte Okupa, con Raíz Profunda. Dijo que yo era guapo. Guapo porque tenía que ser guapo en la película. Guapo y hijoputa. Chito hizo un buen papel.  Bueno, pero ahora lo importante es el cuadro Librería de Mujeres, etc.
Mi amiga me presentó a María Jesús como poeta y pintor.
--¿Pintor y poeta? --indagó María Jesús.
--Mal pintor y pésimo poeta --dije.
tenía que haber dicho inmejorable poeta y anafalbeto pintor, para que me invitara a darme clases. Pero ahora me interesan más las clases de Bolero en la zona Tea-La Noria.


No todos eran mujeres en el acto de presentación de La necesidad de Orfeo.
También había hombres.


Anghel se alejó por la calle oncena. Me preguntó por las coplas de Juan Cabrón. Le dije que aún no estaban cerradas. El pequeño Chespir que me trajo Juan Royo  de Londom está interviniendo en esa obrita. Oír a la filósofa me dieron nuevas ganas de dar a luz a Juan Cabrón. Tiene algunos boleros. Yo a la filósofa le regalo el libro a cambio de verla bailar uno de los boleros de Juan Cabrón. Uno se titula Ofelia.
*
Sigo en la brecha. Espero a mi amiga. Está en el cuadro. La más deseada. Ah, si se comportase como Cleopatra. Qué bella la ciudad...


Y bello el libro de María Teresa de Vega. Poderosas metáforas, renovadoras imágenes. Ella y el presentador dijeron que Orfeo viajó de lo  dionisiaco a lo apolíneo. En el libro de mi amiga poeta descubro un camino inverso. Lo sublime se alimenta de lo vulgar. De lo más vulgar. Dios mío, el pecado de nuestros padres, el mito de la manzana. La poeta ha elevado a excelente licor, poderoso y mágico, el coño de la hembra y la polla del hombre. Hablaré de La necesidad de Orfeo. Si Dios quiere.
Ahora me espera mi amiga.

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