sábado, 19 de diciembre de 2015

Pepe:




he bajado al cíber a corregir la 30. Buf, me cuesta ánimos volver a eso aquí solo, en esta soledad en medio de Santa Pus. A ver si escribiéndote esta carta me animo, porque trabajo sin ánimo es una condena. Ayer estuve en Librería de Mujeres, un lugar que tiene un extraño encanto para mí; incluso varias mujeres, creo que dos, recitaron versos que sonaban a versos verdaderos. A versos del ciervo herido de José Martí. Yo en esta línea recité uno del primer cuaderno que publiqué, uno que empieza


Estiércol soy de una raza
y bien curtido, con sombrero de paja
y sueños de lombrices,
apuñalado por el dolor del tiempo...


pero como ya sabes, está uno ahora menos sublime que en aquellos gemidos guerreros de la edad remota. Los años pasan, no perdonan. Ayer me dijo una mujer badoo, que vive por tu zona, que estamos en la recta final de la vida, y que quiere un poco de alegría antes de despedirse del mundo. Me dieron ganas de conocerla. Don Juan de Castaneda hablaba de la última danza del guerrero. La voz de esta mujer me pareció que era la última danza impecable de una guerrera. Por lo demás, es una mujer adicta a la familia, deseo de encontrar un compañero que funcione en el salto a otras montañas.
Así que leí otros versos, los que ahora me hacen todavía aceptar que las palabras no están muertas. Empezaba


Mi suéter conserva su calor...


y seguía. Pero bueno, esto fue ayer.


Anteayer oí en la calle del Castillo una voz aún más maravillosa, una voz, esta sí, que me llevaría a todos los abismos y todas las glorias. Bueno, tú sabes de la leyenda los claves acordes.


La presentación del libro de Dulce Xerach, bueno, se ve que su género negro es una artimaña, lo suyo es rosa, rosas tenues. Como los que estoy poniendo en las pinturas de descanso que estoy haciendo ahora en La Maldad. Figuras de almanaques de taller mecánico. Aproveché reversos de cuadros pintados y ahora veo que no me están saliendo mal. Me están gustando y llamando la atención estos cuadritos. Tienen su aliento. Y como tú me dijiste, es notable y beneficiosa la influencia de Nguyen. La verdad es que sí. No es que yo haya dejado de ser una bestia, pero el salvajismo está amansado. Tú a veces titubeas, lo sé. Pero de los mansos es el reino de los cielos.
En fin, lo mejor de la presentación de la novela negrirrosa de la escritora Dulce Xerach, fue el encuentro con mi maestra. Lo demás es bruma en torno a un claro del bosque.
Hombre de Dios, acuérdate del zigurat, si no te desanima lo que sea o el mismo zigurat.
Los escalones pueden ser 1, 2, 3, 4, 5, 7.


Salud, viejo.


Chito

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