domingo, 16 de julio de 2017

Pepe:

Los domingos suelo leer el blog de Martín. Mis amigos poetas  del norte de España no hacían buenas migas con él. Lo tenían como corto de miras. La verdad, en lo profundo, es que llamaron la atención de Martín, crítico con autoridad y poder, y Martín los trató como cochinos.

--Esos amigos tuyos son como los que entran en un cine a escupir a la gente.

Quería decirme que los poetas con los que yo andaba entraban en el palacio de la literatura como elefantes en un garaje.

--El acomodador los tiene que echar.

Y él, el acomodador, no los admitía en el cine.

Martín con el maletín
con la pata coja
no me coge a mí.

No acogió en su seno a los poetas pretendientes y los poetas se enfadaron con Martín. Por cosas menos importantes comienzan las guerras. Martín también era poeta. Y es. El siempre ha querido ser poeta sobre todas las cosas. No es malo. Lucha, como Borges, por salir de la exquisitez literaria y entrar de cabeza en la poesía vulgar, donde las palabras dejan de ser exquisitas.

Ya sé que vulgar es una palabra fea. Pero el adjetivo "popular" es engañoso. En oposición, la denominación poesía culta llama también a engaño. El poeta vulgar puede ser muy culto. Como Borges cuando escribió milongas, que pudieran ser de Carriego, o el cuento El Sur. Sospecho que a Martín le gustaría morir como poeta vulgar.
En la última entrega del blog se inventa un episodio con Pio Baroja de protagonista. Pio Baroja autor de unos poemas. "Ripiosos, destartalados, pero llenos de encanto", dice Martín.

Y reproduce un poema. Tiene encanto, el viejo enamorado que se despide para siempre de su joven amada, pero no son ripiosos ni destartalados.

Ripiosa y destartalada es mucha poesía que se está escribiendo ahora. Cuidado, hay autores que los lees y pones "me gusta". Hablo por mí, porque pa gusto hay colores. De eso hablé ayer con Marcelino. Él dice que sobre el gusto, nadie ha escrito nada definitivo.

Fuimos al TEA a ver la película de la pintora Paula Modersohn-Becker. Según mi gusto, melodráma decadente.
Ahora se ha puesto de moda la mujer como artista valiosa frente al hombre artista opresor. El marido de Paula no parecía muy  opresor. Un poco cohibido sí, pero dejó ir a Paula a París a reunirse con Rilke, etc., y conocer vida y arte. Y le mandaba dinero, que es lo importante.
Por lo menos salían los cuadros de la pintora. Lo mejor de la película.

Luego estuvimos en el Atlántico. Marabunta humana. Bailarinas atrayentes. Nuestra compañía, una ginebra cada uno.

Hablamos de Juan. Hace tiempo que no lo veo. Ya no cato con él vinos en casa del marqués en el Sauzal ni delicias japonesas en Santa Pus. Su novela obra completa de arte literario, también la ha ocultado

el bosque del olvido,
la desidia, la indiferencia.
Escondida duerme
oculta en la maleza.

La película me incita a buscar Rilke. Leo uno de sus poemas de amor. Poesía culta, evanescente. Más intensidad tiene lo que nosotros fabricamos en Letras Arias.
Rilke aconseja que  un poeta no se dedique a trabajos obligatorios.

Deja de trabajar, Pepe.









No hay comentarios: