lunes, 28 de agosto de 2017

olor a tierra

--el gomero... el profesor,  buen amigo, te trae mangas, te saca a pasear...
--si fuera una amiga sería mejor, imagina una amiga así...
--tú pides unas cosas imposibles... qué te van a sacar las chicas, pides unas cosas imposibles, imposibles, don jesús... a las chicas tienes que sacarlas tú a pasear, no ellas a ti...
La conversación nos lleva afuera, adonde la tierra de la palmera cortada, los papayos, los aloes, la tabaiba y la hierba de picos con raíces profundas. Tú dices que las deje a su aire, a esas hierbas. La modelo las arranca del aire, sin piedad, y remueve la tierra con las manos...
--No pises el cactus. Te puedes picar.
--a tu cactus lo quiero matar --se ríe.

le gusta trabajar la tierra. La miro con el sacho bailar labrando, quitando raíces, lástima que el adulterio sea mala cosa, mala hierba, sus raíces se agarran a lo profundo y sus ramas lucen a la vista de todos.
--Eh, tú, cuidado --grita el joven Luis, jardinero del viejo Luis, a uno que tira un tronco pabajo.
Se acerca a preguntarle a la modelo cultivadora si es zurda.
--No.
--Es por cómo coges la herramienta.
Supongo que es una pregunta disculpa. Se acercó a verla mejor, con sus ojos pequeños, chispeantes.
Incorporo a Luis a un segundo boceto. Por supuesto, el dibujo no es Luis ni el color es la modelo. Ella lo sabe. Y sonríe.

Pasa el hombre mayor que vende frutas.
--Uvas? higos picos?...
Pasa la vecina de la casa rosada, y salen Yeli y Nico a comprar un coche. Ella elige y él solo va a firmar.

--Busca en Yotuve el testimonio de Eugenio Masías.
Un predicador con dotes de charlatán de feria. De niño fue muy malo, lo más inocente que hacía era cortarle la cabeza a los gatos. De joven tuvo peleas, era peleón, a uno le cortó la cabeza en dos. Se fue a California, se hizo vendedor de seguros y elegido del diablo, Siete Rayos, etc. El diablo lo hizo rico, poderoso y vidente. Pero tenía que arreglar un negocio en una iglesia evangélica --la religión de la modelo--. El pastor en el púlpito hablaba lenguas --como yo cuando hablo en zajarih-- y de pronto habló español y lo señaló como sirviente del diablo. El tío se mosquió y se quiso ir. Pero si se iba no cobraba 85 mil dólares. Total, que se quedó. Un día la mujer le mandó por correo una cinta magnetofónica. Él se metió en su gran carro con siete cervezas a oír la cinta...
En fin, la película está en Yotuve. Mejor oírlo a él, en persona, y la iglesia llena de gente...

Llega el practicante. Mi cuñado.

Tengo debates algunos en el ordenador. Está de actualidad el tema Poetas. Me he metido en la dialéctica. Espero que no me pase como a Intuición, que de la dialéctica pasó al delirio y del delirio a la amargura. Hay que tener cuidado y por estar en la plaza o en la iglesia no descuidar lo más íntimo, lo que tiene uno en casa. En mi caso los lagartos. Les hablo. No huyen. Ponen la oreja. Intento imitar el sonido del viento entre las hojas. No les hablo en zajarih porque el vecino Nicolás, vigía atento desde su ventana en el piso de arriba, me va a tomar por loco. No me interesa. Ahora no interesa pasar por loco. Tenemos que sacar a flote esos dos libros, Pepe. ¿Hablaste con Anghel?

Chito

No hay comentarios: