miércoles, 2 de agosto de 2017

sorpresas en la noche

"Cuando morimos nacemos de nuevo", escribe una mujer a la pregunta de si hay vida o no después de la muerte. Estoy en sintonía con esa respuesta si estoy en sintonía con Intuición. Es una pregunta a la que no puede responder ni Instinto ni Inteligencia. Ésta porque no sabe la respuesta y el otro porque sabe que la muerte no existe, es un espejismo, como la conciencia del yo.
Me llama la atención encontrarme esa pregunta, nada más encender la computadora, porque anoche me dormí pensando en la muerte, individual y colectiva. No sé si nacemos cuando morimos o morimos cuando nacemos. No sé nada. Intuición me visita en sueños, pero en la vigilia no la veo ni por casualidad. Esta es la realidad.

Llama Ramón. Viene del Sur. Va a una conferencia en el Museo del Hombre. Luego nos llama, a ver dónde estamos.
Empiezo a sospechar que eso de la energía cuántica es cierto, es algo más que recurso de las artes aplicadas. Sueño con Susana Díaz, nos impregnamos de baraka, y a un consul deslenguado lo quitaron  de Washington, el ministro ni lo dudó un reglón. Estaré atento a las noticias. A ver si por un polvo me enamoré. Genio y figura.
Lo demás no pero el amor sí es un asunto cuántico. Según esa teoría, yo no sólo estoy ahora en La Maldad a punto de salir a Ibrahim a encontrarme con Luis, Juan y Marcelino, sino en pleno romance político en Sevilla, descubriendo las espirales de la Torre del Oro.
Yo, de lo que soy consciente es de lo que estoy viviendo aquí. Marcelino avisa que se desapunta, no tiene buen cuerpo. Ibrahim si puedo avisar a mi cuñado por una garrafa de vino...
En la casa del marqués, alguien rompe una copa de vino. Más tarde en Santa Pus, en el peruano de la calle de La Rosa, Juan evita que la camarera rompa otra copa de vino. Entra una colombiana que conoce a Juan.
--Ay,en casa tengo hierba que me mandaron de Colombia. Cuando terminen de comer, si quieren vamos.
Terminamos de comer, Vamos, En el camino, hablamos de Puerto Rico y lo violento que eran los guanches. En su casa no hablamos de nada. Mejor.





















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