martes, 13 de febrero de 2018

la poesía es un oficio de cigarra. La narrativa novelada es oficio de hormigas. Los versos llegan como a mi calle los mirlos, los cernícalos o los gorriones, y a veces algún halcón. La narrativa novelada, en cambio, no se limita a oír a los pájaros y transmitir sus cantos. Estudia sus costumbres, la forma del vuelo, sus maneras de acechar, pelear o defenderse, sus nidos... Estudia a los personajes, los mira con lupa, y los lugares por donde caminan.

La novela requiere todo eso, la observación minuciosa y la construcción. Es también trabajo de albañil y de arquitecto. En mi caso, simpatizo con los que intervienen en lo que hay y lo habilitan para poder ser habitado.

En Vertical hay referencias veladas a Telarañas. Como soy yo el autor, puedo sin problemas poner verde esta obra. Lo he hecho. Le falta claridad, le faltan huecos por los que corra el aire. Pero basta que la haya puesto en Vertical, para que me fije en sus valores, que los tiene. Cuando la escribí, una versión tras otra, aún no conocía a Pessoa, los heterónimos, la persona que es varios personajes, la esquizofrenia múltiple. Lo recordé ayer viendo Las tres caras de Eva. La película, en su planteamiento, resuelve mejor ese drama. La misma persona tiene las tres personalidades: la coqueta con instintos asesinos que va a los bailes y se burla de los hombres o quiere matar a su hija; la mujer cohibida y malcasada, a expensas de un marido que la trata con brusquedad, y la síntexis: la mujer de mundo que sabe estar y tiene conciencia de lo bueno y lo malo (es la que triunfa, en la película). La escena en que intenta matar a la niña, está calcada de un caso que oí en la radio: una mujer mexicana, que fue reina del carnaval, mató a sus dos hijos, de cuatro y dos años de edad, los hizo pedacitos y los escondió bajo la tierra de unas macetas que puso en el jardín. Dicen que una vez una vecina le elogió lo guapa que tenía las flores, y ella le contestó que era porque tenían buen abono. La condenaron a la cárcel. Allí conoció a un capo de la droga, que chantajeó y amenazó a un juez para que la pusiese en libertad. No me imagino qué película, sobre esta mujer, hubieran hecho Hitchcock o Buñuel.
La del domingo en el TEA, la coreana En la playa sola de noche. también me trajo Telarañas a la memoria. Cuenta parte de la vida de una mujer no sólo en lo que hace despierta, sino también en lo que sueña dormida, como si los dos estados estuvieran en el mismo plano, en la misma realidad.
El engranaje entre varias realidades distintas, tú lo resolviste con éxito en Cucarachas con Chanel. Algún día siempre hay justicia en este mundo, y ese día tu novela estará visible en la literatura universal. Mientras tanto, en lo local y escondida. Bueno, estamos en Santa Pus. Es lo que hay.

Ayer visita agradable. Se acercó Marcelino por esta casa. Esta vez si le pregunté por la segunda parte de Marlou Diesel. Dijo que lo que ha escrito hasta ahora, ya no le vale. Tiene que comenzarla de nuevo. No le queda nada.


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