miércoles, 7 de febrero de 2018

Leo la crítica que le hace Martín (José Luis García Martín) al último libro de Roger Wolfe. Dice que tiene lo mejor y lo peor. Es el poeta que ha renovado la poesía española(gracias a otros poetas de habla inglesa), pero que también escribe tonterías y las pone al lado de poemas memorables. Más o menos esto dice. Si te acercas al blog de Martín, hay un apartado donde está la crítica.
Yo el libro de Roger lo tengo en el cuarto de arriba. Dormí una noche arriba, lo dejé en la mesanoche y no he vuelto a subir a buscarlo. Todavía.
Hoy tengo que devolver El marino que perdió la gracia del mar. Ya sabes que en el Zigurat Narrativa Canaria / Universal está frente a Mejor cuando improvisas, de Juan Royo. En cierto modo, en la novela de Juan el personaje principal es el marino (abogado) y en la de Mishima el niño, y en consecuencia los niños que matan al marino. A la luz de la novela de Mishima, el final de la de Royo toma un cariz inesperado, al margen de las intenciones del autor.
Otra que tengo que devolver es La abadía de Northanger. Preveo también en esta una continuación a partir de la última página. La chica se casa con el chico bueno, pero es el chico malo, el hermano del otro, a quien acaba descubriendo después. El enfrentamiento entre los dos hermanos no se hace esperar. La lucha entre el bien y el mal. El bien sabe hablar. El mal sabe follar. El asunto de la madre, que quedó sin solución de continuidad en la novela de Austen, vuelve a reaparecer, y con ello un tercer hombre: el general Taylor. El general, se descubre, mató a su mujer. Katherine lo descubre después de haber tenido coito con el despiadado capitán Taylor, hermano de su piadoso marido. Aquí la novela sucede en Santa Pus. Y la abadía no es otra que el antiguo colegio de Las Dominicas.
De esta abadía poco conozco. Lo único que en un tiempo, cuando Juan Royo era gerente de Cultura, la gestionaba el Ayuntamiento, pero luego el Gobierno se la robó, por instancias de Dulce Xerach, y quedó abandonada a una extraña suerte.
Bajo bajo la lluvia a la Casa de la Cultura, nada que ver con edificios del gusto romántico. Devuelvo, con retraso y sin terminar de leerlo, El marino que perdió la gracia del mar.
--Hasta el día 13 está suspendido.
Quiere decir que no puedo sacar ningún otro libro hasta el día 13.
Subo al aula de lectura. Poca gente. Clase sin nada especial que comentar.
Mi hermana me entrega el borrador. Me indica las deficiencias que ella encontró. Totalmente de acuerdo. Lo complicado ahora es arreglarla.
Sigue lloviendo. Se me caen trozos de dientes. Nada. Narayama que me está llamando. Procuro no reírme.


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