lunes, 12 de febrero de 2018

vi ayer una película coreana. Algo así como Esperando a Godot en clave de amor. La chica lo mismo era suave que desbordaba la ira. Amaba a un hombre. El hombre no podía volver con ella. El porqué no importa. Esperaba volverlo a ver pero sabía que no sería posible. Reflexioné que Vertical blues está siempre enfocado en el protagonista. Esto hay que romperlo. Va a ser complicado.
Los opuestos son necesarios. A veces hay entendimiento --el gordo y el flaco, don quijote y sancho-- y otras hay pelea, uno debe vencer al otro, o por lo menos intentarlo --jekyll y hide--. La pelea en Vertical es el eje, y consecuencia el crimen, el sometido que mata al sometedor, y se convierte en él.
Hasta el momento, el amor está mal tramado. Ahora empiezo a ver cómo debe ser el planteamiento. A, el débil, al que B, el fuerte, le destroza el alma. Sólo puede recomponerla matando a B, pero con ese crimen mata también el amor. Ya no hay amor. El mundo es una guerra, fría o caliente, solapada o evidente, no hay más ley que valga que la ley de la guerra. No es cierto --cantinela en Bajo el volcán-- que no se pueda vivir sin amor. El amor es un estorbo, una debilidad.
Pero para matar el amor, tiene que haberlo. En la novela lo hay, o mejor dicho, lo hubo. Toda relación sexual posterior debe ser ajena al amor, pero no tanto como para que A no quiera recuperar en otra, por lo menos en una, el amor perdido. Pero el amor es como la vergüenza. Cuando se pierde, ya no se recupera.
Bueno, no estoy hablando de lo que yo pienso o siento. Hablo de una obra que empezó a fabricarse años atrás, y que cada vez tiene menos que ver conmigo. En lo emocional, y si quieres, en lo filosófico.
Hoy vi dos películas. Las tres cara de Eva (buen planteamiento pero no bien resuelto) y Encadenados, impecable.
"Un libro debe ser el hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro", dijo Kafka, que no construyó el hacha sino que dio cuenta del mar de hielo.
Vertical ya no lo llevo dentro. Bueno, A es un trasunto, muy libre, de Polidori. A quienes mata, son trasuntos, muy libres, de lord Byron.
Qué jodienda. Más fácil borrar los archivos y transportar los borradores al contenedor. ¿Por qué no lo hago? Por vanidad, porque me da gusto publicar una novela, así que no me queda otra que trabajarla.
Como un condenado.
Leo la poesía que escriben las mujeres. Necesito, para la novela, ver lo que ellas dicen, más de lo que dice A o B. Esos ya dicen bastante, y siempre desde fuera.

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